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lunes, 22 de agosto de 2016

... Un viento helado sopla afuera. Un frio leve toca mi piel y me estremece. Un silencio inquietante es interrumpido por las pisadas de un gato en el techo y de pronto me percato que aun estoy viva pues estaba sumergida en la profundidad de mis recuerdos. Y esos recuerdos revolotean en mi mente como avecillas perdidas y asustadas que quieren salir y desplegar sus alas y volar lejos.  Mis recuerdos son interminables, son incansables, son incontables y no son para contar. 
En la variedad esta la emocion de recordar.

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